Ushuaia Sur del Planeta
Fin del Mundo Ushuaia Sur del Planeta
Es la ciudad más austral del planeta. El destino que miles de personas alrededor del mundo fantasean con visitar alguna vez. La capital de la isla de Tierra del Fuego. Y nació de una cárcel.
Los primeros habitantes de esta zona, claro, no fueron españoles. Fueron los antiguos indios yámanas. Ellos fueron quienes bautizaron a esta zona entre el fin de la Cordillera de los Andes y el Canal de Beagle como Ushuaia, es decir: la bahía que penetra hacia el oeste.
Luego, los indios serían extinguidos por los colonizadores, y pasaría mucho tiempo hasta que allí se ubicara un asentamiento definitivo. Y los presos hacinados de Buenos Aires tendrían mucho que ver en ese proyecto. Es que en 1882, el presidente de entonces, Julio A. Roca, presentó un proyecto de Colonia penal al sur de la República.
Quería resolver dos problemas de una vez: el problema penitenciario y al mismo tiempo asegurar la soberanía argentina en este lugar tan remoto. Así, el 12 de octubre de ese año se fundó la ciudad capital. Al mismo tiempo, se instalan un presidio militar y una cárcel en el extremo opuesto de Ushuaia, los cuales se fusionan en 1911.
Los penados construyeron Ushuaia. Ellos instalaron la luz eléctrica, y fabricaron el muelle, el edificio de correo y el comienzo de la ruta. Sus talleres de imprenta, fotografía, sastrería, zapatería, carpintería, servicio médico y farmacia cubrieron las necesidades de una población separada de su centro de abastecimiento principal, desde donde los barcos llegaban, con suerte, una vez al mes.
Hoy, ya no funciona el presidio, y éste es sólo un recuerdo para los visitantes que llegan hasta el fin del mundo.
La ciudad que nació para «asegurar la soberanía» es cabecera de turismo y cuenta con aeropuerto, hoteles y buena gastronomía. Pasó de ser una pintoresca aldea de unos 6.000 habitantes en 1970 a tener más de 60.000 almas en la actualidad.
Esta explosión demográfica sin paralelo en el país fue debida al régimen promocional que decretó el gobierno nacional y dio una fisonomía muy especial a esta ciudad. Tanto, que aún tiene serios problemas de vivienda. Y la particular conformación social es la siguiente: la mitad de la población local está entre los 15 a 40 años y los fueguinos nativos no superan el 10% del total.
En Ushuaia se pueden hacer paseos por la ciudad a pie o en un pintoresco bus, o tomar excursiones en veleros por el Canal de Beagle, o mirar el fin del mundo desde el aire. Y desde allí se puede llegar al Parque Nacional Tierra del Fuego, para hacer trekking o simplemente visitarlo. Además, el esquiador encontrará aquí la mayor cantidad de centros invernales de la Patagonia. Para los cultores del turismo histórico: el museo y el tren del fin del mundo.
Sobre las aguas del Canal de Beagle
Navegar por el canal Beagle puede resultar el plato fuerte de todo un día de visita a Ushuaia, sobre todo en otoño, época en que la ciudad más austral del mundo y sus alrededores ofrecen desde el agua una estampa formidable, rodeadas del bosque que aún no ha perdido sus hojas.
Hay navegaciones cortas por el canal, durante las cuales se observan pequeñas islas con colonias de lobos y pájaros marinos, o que introducen al pasajero en el mundo submarino de las centollas a través de una cámara de TV subacuática.
Y hay opciones de mayor duración, que llegan hasta la famosa bahía Lapataia –último punto de la ruta nacional 3–, dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego, o hasta la estancia Harberton, primer establecimiento rural de la isla, fundado en 1884 por el misionero anglicano Thomas Bridges.
Los paseos se hacen a bordo de catamaranes modernos, o bien clásicas motonaves con rica historia en la zona, veleros e inclusive botes neumáticos. En todos los casos, las embarcaciones pasan frente al fotogénico faro Les Eclaireurs, arquetípico y fascinante, cercano al sitio donde naufragó en 1930 el paquebote alemán «Monte Cervantes».
Algunos de estos servicios incluyen caminatas. Por ejemplo, en las islas Bridges, en la pingüinera de la isla Martillo o en la isla Redonda, donde se encuentra la Estafeta Postal más austral del Correo Argentino.
Por supuesto, en un puerto como el de Ushuaia, alcanzado como meta última por veleristas de todo el mundo, existen opciones de navegar a vela las aguas australes, contratando un velero por un día entero o más. Así, se puede llegar el mítico cabo de Hornos o recorrer los canales fueguinos del oeste, donde es posible ver glaciares colgantes que llegan hasta el mar.
Todas estas posibilidades son combinables con caminatas, cabalgatas y recorridos en vehículos 4×4, que mayoritariamente parten desde Ushuaia.
La Cárcel del Fin del Mundo y Museo marítimo
A unos pocos metros del Canal de Beagle, se alza intacta la construcción de piedra de lo que fue el Presidio de Ushuaia.
En 1896, y luego de que el presidente Roca autorizará la construcción del penal, veintitrés presos partieron desde Buenos Aires y luego de navegar por el Atlántico Sur, desembarcaron en Ushuaia para construir la colonia penal más austral del mundo, que ellos mismos habitan.
A pesar de tener un total de 380 celdas unipersonales, la cárcel llegó a albergar hasta 800 presidiarios, desde delincuentes seriales hasta presos políticos. Allí los reclusos recibían educación primaria y una retribución por los trabajos realizados, con lo cual podían ahorrar dinero para enviar a sus familiares o para cuando ellos salieran. Dentro del presidio funcionaron diversos talleres que atendían las necesidades de la comunidad: sastrería, zapatería, herrería, farmacia y servicio médico.
Los que tenían buena conducta eran trasladados en el tren que desde 1909 llegaba hasta el actual Parque Nacional Tierra del Fuego, para la recolección de leña que luego servía para calefaccionar la cárcel y el pueblo. Al cabo de varias décadas se consideró que el presidio desprestigiaba a la ciudad y se dispuso suprimir. Fue clausurado y abandonado en 1947. El edificio fue adquirido por la Armada y se instaló la Base Naval.
Hoy, se pueden recorrer sus pabellones y visitar las celdas para convictos, cuyas frías paredes de piedra alojaron a delincuentes y criminales de extrema peligrosidad, condenados a prisión perpetua. Entre ellos estuvo el joven anarquista Simon Radowitsky, que matara al comisario Lorenzo Falcón en 1909, colocando una bomba en el auto, y que durante su condena protagonizó una espectacular fuga marítima siendo capturado cerca de Punta Arenas.
También se recuerda a Santos Godino, conocido como «El Petiso Orejudo», un muchacho demente nacido en el barrio de Parque Patricios, que solía divertirse ahorcando menores de edad. Godino murió en 1944 de una hemorragia interna provocada por una paliza de los mismos internos, luego de haber tirado al gato, mascota de la cárcel, dentro de una estufa de leña.
La leyenda cuenta que tras sus rejas también pasó un muchacho de 20 años que podría haber sido Carlos Gardel, aunque nunca se pudieron encontrar verdaderos documentos que atestiguan este suceso. En una de las celdas, se puede observar un dibujo del rostro del Zorzal Criollo pintado en la pared, vistiendo con elegancia su típico sombrero oscuro.
Es interesante visitar el «Museo Marítimo de Ushuaia», en el pabellón No 4 del presidio. Cuenta con una reproducción a escala de las naves que pertenecieron a los primeros expedicionarios además de fotos, videos y objetos referidos a la historia fueguina.
Ushuaia Sur del Planeta
Walter Franco